
Trabajar en un hospital aceptando sumisa y continuamente órdenes de médico era sin duda un fastidio. Comenzaba mi tercera semana en ese hospital y me habían asignado la parte dedicada a la cirugía intestinal. Curiosamente sólo había un médico especializado en esa materia y yo y la señora de ojos mínimos y de marcas de expresión marcadas más de lo normal gracias a su sobrepeso, la señora Sigmoides, éramos las únicas enfermeras.
Yo no tuve entrevista. La señora Sigmoides me pasó un cuestionario y al día siguiente fui admitida. Me daban tres semanas de prueba.
Proceso nº 1. Número y nombre de hijos y marido. Estado de sus intestinos y dieta semanal.
La pregunta Nº2 la rellenará a la tercera semana de trabajo.
Las enfermeras anteriores a mí, unas cientas, dejaban el trabajo justamente a la semana tres, daban explicaciones banales, rápidas y sin sentido alguno. Lanzaban la bata blanca, cogían sus artilugios y se largaban.
Lo que yo ignoraba era la existencia de “El axioma-pezóninvertido”. El nombre no hacía referencia al acto en sí, sino que fue creado por la señora Sigmoides, la cual sufre de un pezón hacia adentro expulsor de mal olor. Debe ser que fue el consejo de algún psicólogo que le sugirió que para acabar con su complejo tenía que verlo relacionado con algún acto importante en su vida. Y tanto que era importante “El axioma-pezóninvertido”, si era superado, te contrataban de por vida en el hospital.
Nunca había estado en el despacho del Dr. Yeyuno, y era allí donde se encontraba mi siguiente pregunta. El Doctor, un hombre desorientado, le caracterizaba un tic en el cuello que hacía que se le moviera toda la cabeza, (siempre a la izquierda), como si continuamente fuera un jugador de fútbol rematando la pelota a portería. Algo en su infancia no fue normal, dicen que su madre lo tenía contratado como el acomodador de su habitación, responsable de recoger preservativos pringosos, limpiar restos de sida, y como no, orientar a su hermana pequeña en el aprendizaje práctico del acto sexual.
En los pasillos que me dirigían hacia él para completar "El axioma Pezón-ivertido", había puertas a ambos lados cada una con un nombre asignado y unos números; “habitación de las vellosidades intestinales de lujo (124)”, “habitación del búho mesenterio (51)”…
Proceso nº 2. Deberán presentarse su marido e hijos en media hora. Estará despedida de lo contrario.
Respondiendo a mi pregunta de gracias a quién están alimentados y vestidos, mis mosntruos familiares acudieron en menos del tiempo. A mi marido le habían despedido de su trabajo y tampoco estaba haciendo nada por encontrarlo. Era yo el pilar en mi fingida maravillosa familia, pero a la vista abominable. Esta panda de escatológicos se encontraban desnudos delante del Dr. Yeyuno y Sigmoides. Qué familia tan repudiable tenía, mis hijos a parte de gordos tenían granos en el culo, mi marido no sé si los tenía, la mata de pelo le tapaba la piel.
El Dr. Sigmoides comenzó a hacer unos gestos con la boca propios de los perros pulgosos al rascarse con el hocico, movimientos cortos y rápidos en la barriga de mi marido. De repente el doctor, sacó un látigo bañado en aceite y toallas mojadas, me miró y dijo a la vez que soltaba aire; espectacular.
CONTINUARÁ....