
Pertenecía a ese tipo de mujeres que protagonizan la época en la que viven. Un presente demasiado aceite para un
romanticismo demasiado agua.
[A mis veintiseis años viví un amor violento, como un tornado en línea recta. Un amor que lo derribó todo a su paso, que lo succionó
todo hacia el cielo en su torbellino, que lo descuartizó todo en una arranque de locura, que lo machacó todo por completo.
Un mundo especial que jamás había conocido, un lugar lleno de peligros, quizá.
Un lugar donde se escondía algo que me iba a inflinjir una herida profunda, mortal.]
- ¡Pero señor abogado! ¡Soy inocente! ¡Yo solo pinté un cuadro!
- Si pero no utilizabas pincel, sino cuchillo y ¡palabras, muchas palabras!
- Pero Señor, no me gustaron los colores y..
- ¡No era pintura, era sangre!¡Y respuestas, muchas respuestas!
- Pero era MI lienzo, podía hacer con el lo que quisiera.
- No era tuyo.
- Sí.¡Señor! Le repito que solo dirigí mi pincel hacia ella e hice unas pinceladas, líneas rápidas.
- Esas líneas no salieron ni con aguarrás. Fue delito hasta que le arrancaste la piel, porque te molestaba para meterte dentro de ella.
- ¡Pero si luego la recogí y se la devolví con cuidado! ¿Pero desde cuando es delito hacer las cosas con esta pasión y estas ganas?
3 comentarios:
Buff... ¡ojito con esa pasión! Uno puede hablar casi desde la propia voz.
Vi la película de Canino de Yorgos Lanthimos y sé que te va a encantar. No te la pierdas.
¿Es delito? Quiero saberlo, de verdad. Me interesa.
Un saludo.
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