
¿Nunca te has metido en una bañera fría, vacía y te has acostado a esperar?
Te desnudas, movimientos dirigidos hacia la frigidez. Acuestas tu sustancia sobre la loza, te derramas.
Justo en el momento antes de empezar a temblar, abres el agua.
El agua no te toca, sólo va llenando la bañera y es así como la sientes.
Los bordes de tu espalda y planta de los pies son los primeros en sentir el calor.
Esto hace que se te erice la piel y desees con furia que el agua hirviendo y montaraz te tape entera.
Pero no se trata de eso. Sientes como en una fina línea el agua va subiendo, lentamente.
¡Qué descaro el del agua! La necesitas por toda tu piel, y ella tan lenta, tan lenta, tan lenta, sigue su ritmo desconociendo tus ansias.
¡Más rápido!
Sé que una vez me llene y ya no tenga frío, querré sentirlo. Entonces empezaré a vaciar la bañera para congelarme de nuevo.
¿Por qué siempre se tarda menos en vaciar y enfríar que en llenar y calentar?
(t-okios)
Escúchame, te voy a decir algo:
Si nunca te has puesto un espejo bajo el culo,
si no has tenido la esquina de una mesa entre tus piernas,
si finges tu respiración porque te parece más divertido que sentirla,
si te tapas con las sábanas cuando alguien hace que te mueras de calor,
si sabes diferenciar un rompenueces de unas piernas abiertas, o una boca abierta de un túnel,
si alguna vez no te ha asustado una sonrisa
si nunca has deseado alargar un momento hasta el infinito y no querer ni pestañear para recordar más
si nunca has tenido miedo o nunca te has metido algo plástico o frutal
si te tienes por extraña y no te follas por pereza
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Deja que el agua llegue hasta arriba, déjate rebozar, trágatela, respírala, inúndate, muérete. Que justo justo justo en ese momento te sentirás viva y cuando abras la boca para respirar, sólo te entrará agua y te descongelará. También por dentro.